”Utilizamos a las autoridades, niños y mujeres para estorcionar”; Entrevista a un Zeta, parte 2
JLA: Háblame de los Zetas ¿Qué es esta organización? Se dicen muchas cosas en el mundo, pero se cubre poco eso. Tú sabes: es muy peligroso para los periodistas. Tú, que conoces ese mundo por dentro, dime, ¿cómo es la cosa?
Z: Cuando yo comencé a conocer lo que eran los demás zetas, había mucho control. Nomás se dedicaban con personas que anduvieran mal. Esas personas podían ser las que anduvieran secuestrando, las que anduvieran robando o las que tuvieran grupos chiquitos de repartición de droga. Los Zetas traían su funcionamiento según su mercado de droga. No nos gustaba que otras personas se vinieran a instalar donde ya se había controlado esa plaza (nombre que se le da al territorio bajo control de un grupo del narco).
JLA: Digamos, ¿gente de otras organizaciones o pequeños clubs?
Z: O pequeños traficantes que empezaban vivir la vida fácil. No podían trabajar solos. Hay quienes dicen ya se están acabando los Zetas pero no: nos matan a cinco y salen del penal, o se meten otros cinco y se reponen.
JLA: Pero entonces, lo que los Zetas controlan es territorio y dentro del territorio, todo lo que es el negocio ilícito: droga, prostitución, juego y cosas así, ¿o también intentan tener un control sobre el comercio normal?
Z: Sí. También se manejan otros tipos de negocio ilícitos del comercio normal. Por ejemplo, hay unas personas que se llaman machaqueros. Ellos se dedican a comprar cualquier mercancía normal de los traileros. Se arreglan con un trailero y le dicen: "¿Cuánto quieres por tu carga?" Los traileros están asegurados y reportan a sus empresas que los robaron.
JLA: Entiendo, pero en los últimos años las cosas se han puesto superviolentas. ¿Es, cómo se dice afuera, la guerra del gobierno?, ¿o es porque los diferentes grupos, incluyendo los Zetas, están en pugna por las plazas?
Z: La guerra comienza por las plazas. La plaza más peleada en todo México es la plaza de aquí de Monterrey, Nuevo León. Aquí se maneja mucho efectivo, mucho dinero.
JLA: Una pregunta más bien personal, no tan abstracta: ¿Por qué te incorporaste tú?, ¿cómo fue? Y, ¿por qué tu decisión de entrar y llevar esta vida?
Z: Yo inicié cuando vivía allá en un pueblo de por estos rumbos (noreste de México). Una vez me enteré que habían secuestrado a unas personas de un negocio que tenía mi abuelo, y entonces yo, cuando llego digo: "Pos han de ser unos pandilleros", o no sé, me imaginé también que era la Federal o la AFI. Ya con el tiempo los vas conociendo. Te das cuenta de que es un grupo especial para reventar, para accionar en diferentes áreas. Eran los Zetas. Ahí los conocí. Después uno me juntó y me dijo: "Mira, es que nosotros nos dedicamos a robarnos a las personas que tengan negocios mal, a las que vendan cristal, pericos (cocaína), drogas, todo tipo de droga".
Ahí fue cuando yo empecé a juntarme con un chavo que los conocía mucho a ellos. Ganaban ocho mil pesos (setecientos dólares) por quincena y aparte les daban dinero extra. Entonces entré. Sí había muchos lujos, no te falta nada, lo que tú quieras: mujeres, droga, dinero, carros, pero con el paso del tiempo fueron empeorando las cosas y ya ahorita no se puede hacer casi nada de lo que se hacía antes.
JLA: ¿Ya no se puede estar dedicado al gozo, debido al problema?, ¿a eso te refieres?
Z: Yo recuerdo que cuando uno antes decía soy Zeta, o soy comandante, todos te admiraban. Antes todos querían ser, ahorita nadie quiere ser.
JLA: ¿Por qué?, ¿por el peligro de que alguien va en contra tuya o por la misma situación: la guerra?
Z: Ahorita ya hay muchas familias a las que los Zetas les han hecho daño. Ahorita si alguien sabe que tú eres Zeta, la familia te va a ver y te va a denunciar con las autoridades: con la Marina o el Ejército, y ahora van por ti en donde estés. Si te llegan a ver en un bar y te han visto y le ha pasado algo a su familia te denuncian. Antes no.
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EL PACTO
JLA: ¿Hay algún cambio debido a la llegada del nuevo gobierno o las cosas siguen igual?
Z: De repente nos pasan información las personas que están arriba, que son allegados al patrón. Nos platican que según habían dicho que ahora que llegara Peña Nieto se había hablado con el patrón del cártel del Golfo, nuestro patrón de los Zetas y el patrón del cartel de los Beltrán, y habían hablado que así como están en cada ciudad se iban a quedar, que no se iban a meter a otro municipio. Por ejemplo, Monterrey y San Pedro son diferentes: San Pedro lo controla Beltrán Leyva y Monterrey lo controlan los Zetas, entonces habían quedado que los Beltrán no se metían con los Zetas y los Zetas con los Beltrán, por ejemplo. Lo que se dice es que la gente de Peña Nieto puso esa orden, dijo: "Los voy a dejar trabajar, nomás que ya no hagan secuestros ni…"
JLA: ¿Es la nueva orden: que no haya secuestros y baje la violencia?
Z: Según se ordenó que ya no hubiera tanta violencia y ya no hubieran tantos muertos, pero los cárteles son muy poderosos, tanto aquellos como el nuestro. Y cada organización tiene gente muy buena, entonces, a veces sigue la pelea en las plazas. Y, por si faltaba, hay gente que arma sus propios negocios pequeños en una ciudad, entonces un cártel piensa que son miembros del otro cártel y comienzan los problemas.
JLA: O sea, ¿aunque haya un pacto o parezca que haya un pacto, por la competencia misma entre los grupos y los carteles, siguen los problemas?
Z: Sí. A veces también existen los problemas entre los mismos. Por ejemplo, hay diez comandantes aquí en Monterrey y a veces uno no le cae bien al otro y empieza hacer problemas. Dice que el otro tiene amigos del Cártel del Golfo, que trabaja para el grupo rival y luego todo acaba mal.
JLA: Se dicen muchas cosas del comportamiento de la fuerzas de seguridad oficiales, incluyendo la Marina. En algunas partes del país dicen que prácticamente crean comandos sucios ¿Es cierto esto?, ¿y también que tienen escuadrones de muertes que matan gentes sin llevarlos arrestados? ¿Qué saben ustedes?
Z: Mire, le voy a platicar una cosa: no sé si supo que aparecieron unos cinco colgados acá en Saltillo. Ellos eran amigos míos. A ellos los agarraron las fuerzas especiales del gobierno, un grupo especial que se llama GATES. Son como cuarenta o cincuenta policías. De acuerdo con la investigación que hizo La Letra (los Zetas), estos policías vienen de Matamoros, allá donde está el cártel del Golfo. Según la información que nos dio el chavo que trabaja con ellos, es que además de su sueldo en el gobierno, el cártel del Golfo les paga un dinero por matar a zetas.
JLA: Pero piensas que la guerra va a seguir, por ejemplo, o… digamos, ¿cómo te imaginas viviendo de aquí a cinco años? ¿Qué crees que está en tu futuro?
Z: De aquí a cinco años yo digo que van a seguir todas las cosas. Yo no pienso que haya un control por parte del gobierno. Si el gobierno no se pone de acuerdo con los cárteles va a seguir así todo. Balaceras sigue habiendo a cada rato, aunque no se digan tanto ahora. Y siempre que hay balaceras, a veces nos tumban a cinco de nosotros, pero siempre también tumbamos a soldados y eso nunca lo pasan en la televisón. Nosotros, no sé, matamos a diez o quince, y ellos nos tumban a tres o cuatro. Luego el Ejército dice... bueno, en las noticias siempre van a decir que el ejercito siempre nos gana y nosotros nunca les ganamos ni tantito.
JLA: ¿Cómo podría haber un México sin cárteles?
Z: Yo opino que se legalizaría la droga, porque sin droga nadie puede hacer nada. Así, ya si ellos les dan permiso de vender droga, yo pienso que es lo mejor. Que ya dieran permiso de vender droga y todas las personas que estén trabajando mal, que se pongan de acuerdo sobre a quién le van a pagar en cada estado o a su comandante.
LA MUERTE
JLA: Cuando se está en esto, uno vive con la muerte. ¿Te acostumbraste a eso?, ¿uno se adapta a eso?
Z: Cuando uno empieza, se le hace fácil y ya cuando va viendo las cosas, el camino que tomaste, o la decisión, a veces te quieres regresar, pero hay momentos en que uno ya no se puede regresar. Uno con el tiempo se va acostumbrando a ver eso. Una vez llegó una chava que me acuerdo que tenía una cara simpática, muy bonita. La pusieron a que matara a un chavo y me acuerdo que le cambió la mirada. Se le hizo como profunda. Como más chiquita. Yo me la topé después de cuatro meses. A ella la mandaron a la cocina.
Mi primer balacera fue en Matehuala. Fuimos por un señor que vendía parque, vendía muchos tiros [en México es ilegal vender municiones y armas]. Cuando llegamos, preguntamos por él y él salió con una pistola en la mano. Lo empezamos a rafaguear. Me acuerdo que salió también una viejita. Una señora con un vestido largo. Traía una escopeta y la viejita también nos tiraba balazos. Luego salieron sus sobrinos, que vivían en una casa de dos pisos. Estaban en el techo y de ahí nos tiraban. Esa vez nos hirieron a uno y a otro le dieron un rozón en el brazo. Al viejito le dimos como veintitrés balazos y ya nos fuimos.
JLA: ¿A la familia los dejaron?
Z: Sí, a la viejita sí. Nosotros también tenemos reglas. Somos como una empresa. Una de las principales reglas es no meterse con la esposa de tu compañero, otra es no apuntar con tu arma a tu compañero ni hacer maldad entre los mismos. Tampoco podemos matar niños ni secuestrar niños.
JLA: ¿Y mujeres? ¿Hay reglas contra las mujeres?
Z: Para mí las mujeres son las primeras que te ponen el dedo [traicionan] por dinero. Hubo un tiempo que cuando estaba aquí un comandante, en una junta agarró a una mujer de los pelos y dijo: "Estas son las que nos ponen el dedo, las que nos venden y son de las que menos debemos de confiar". Pero no la mató.
JLA: Vaya, entonces en general "la empresa" tiene rencor a las mujeres, al menos en lo que es en la parte operativa se trata de algo masculino, con algunas excepciones como las mujeres en la cocina, ¿es así?
Z: Sí, a veces las usamos también de inteligencia. Había un señor que según había encontrado centenarios y que tenía mucho dinero y que había estafado a unas personas de un rancho, entonces usamos a una mujer para que citara al señor. O sea, primero lo vio y el señor le pidió el teléfono y luego hicimos que la muchacha lo citara en una plaza. Cuando el señor iba llegando a ver a la mujer nos llevamos a los dos. También hemos traído niños de catorce años o de trece años para que nos ayuden con la inteligencia. Cuando vamos a una casa o vamos a checar a alguien que ande mal, mandamos a los niños a casa a que pidan dinero o pregunten algo. Después ya regresa el niño con nosotros y nos dice si está la persona o no.
Después entramos nosotros en acción.


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