Pleitos internos minaron estructura de “Los Zetas”

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Ciudad de México.- Aún más que los golpes policiacos, fueron los odios y las ofensas personales que ocasionó Miguel Treviño Morales, “El Z-40″, entre sus operadores, los que terminaron por minar a Los Zetas.

Desde 2009, Heriberto Lazcano Lazcano, “El Lazca”, el líder de la organización, comenzó a compartir y luego a delegar en Treviño responsabilidades esenciales como la asignación de jefes de plaza en el País.

Lo que Lazcano no calibró es que varios de sus hombres importantes odiaban a Treviño por disputas por mujeres o porque los había ofendido al exhibirlos como incompetentes en el cobro de rentas ilegales, revelan los expedientes UEIARV/040/2012 y UEIDCS/063/2012.

Lazcano al parecer mantuvo soterrados esos rencores, pero cuando “El Z-40″ se erigió como el mando operativo no tardaron en surgir las diferencias entre algunos jefes de plaza, que derivaron en disputas, muertes de familiares y finalmente guerras abiertas y delaciones.

El estilo de “El Z-40″ se hizo sentir desde mayo de 2009, cuando destituyó como jefe de plaza en Cancún a Ezequiel Cárdenas Guillén, “Tony Tormenta”, porque “no era productivo”.

Después, cuando su lugarteniente Víctor Peña, “El Concord”, fue asesinado el 18 de enero de 2010 por Samuel Flores, “El Metro 3″, hombre de Eduardo Costilla “El Coss”, “El Z-40″ desató una guerra interna que escindió al Cártel del Golfo y Los Zetas.

A esta división le siguió otra en 2012, la de los hermanos Velázquez Caballero, “Los Talibanes”, que controlaban las redes de la organización en San Luis Potosí, Zacatecas, Coahuila, Aguascalientes y Guanajuato. Los Velázquez tenían cuentas pendientes con Treviño porque a uno de ellos lo desplazó del mando con el mismo argumento que en el caso del hermano de Osiel Cárdenas.

Otro personaje resentido con “El Z-40″ era Salvador Martínez Escobedo, “La Ardilla”, marcado como autor de las masacres de migrantes en San Fernando, Tamaulipas. Este presunto multihomicida y operador detestaba a Treviño porque había andado con su actual esposa.

Ante este escenario, la DEA y la Armada sólo hicieron el resto. Una acabó con la red de lavado de dinero en Estados Unidos de José Treviño, hermano de “El Z-40″, y otra se encargó de capturar o en ocasiones eliminar, a los hombres que en algún momento le resultaron desafiantes al capo.

‘Los Talibanes’

Diversos operadores de Los Zetas que fueron detenidos en la última década ubican a Heriberto Lazcano como el cerebro de un modelo de negocios ilegales consistente en cooptar corporaciones policiacas, ejercer una violencia desmedida, imponer rentas a la delincuencia en general y un sistema de “pirámide” comercial en el narcomenudeo.

Treviño pretendió hacer más competitiva a la empresa criminal de Los Zetas, cuando en el 2008 conectó por cuenta propia proveedores directos de cocaína en Colombia y en 2009 inició la implantación de un régimen de medición de productividad en sus plazas.

Los Zetas tenían “auditores” cuya función era vigilar que sus operadores y contadores no se robaran los ingresos, pero “El Z-40″ introdujo la dinámica de destituir, reemplazar y rebajar de rango a los mandos medios que no hicieran rentable su plaza.

Así lo cuenta Saidt Omar Juárez, “El Peluso”‘, quien dice que le costó mucho tiempo ser el operador principal en Saltillo, Coahuila, porque antes lo habían degradado en sus funciones, según un testimonio que rindió en noviembre de 2012, tras su captura en esa entidad.

“Duré aproximadamente 4 meses (como jefe de plaza en Tabasco en 2009), porque Miguel Treviño alias ‘El Z-40′ ordenó que me trasladara a la ciudad de Saltillo, Coahuila, ya que la plaza de Villahermosa no la controlé como él quería, por lo que al llegar a Saltillo no tuve funciones ni operativas ni de mando”, relata.

Este sistema de “meritocracia” por productividad ocasionó afrentas a largo plazo y entre los agraviados por Treviño estuvieron Iván Velázquez Caballero “El Talibán” y su hermano Daniel “El Dany” o “El Talibán 2″, cabecillas de Los Zetas en el noreste del País.

Salvador Martínez Escobedo, “La Ardilla”, el operador de Los Zetas a quien le atribuyen las matanzas de migrantes en San Fernando era por el año 2004 un mandadero y “halcón” de “Los Talibanes” en Nuevo Laredo, según dice un viejo testigo colaborador de nombre “Karen”.

“En septiembre de 2004 en varias ocasiones vi a ‘La Ardilla’, pues ‘El Talibán 2′ o ’52′ de nombre Daniel Velázquez Caballero utilizaba mucho a ‘La Ardilla’ para que le moviera dinero y cocaína de un lugar a otro dentro de la misma ciudad de Nuevo Laredo y en ocasiones a Valle Hermoso”, cuenta “Karen”.

Treviño, todavía con el aval de Lazcano, nombró en noviembre de 2008 a “La Ardilla” como jefe de plaza de Durango, en relevo de Daniel Velázquez “El Dany”, por consideraciones puramente económicas. Para los mandos, “El Dany” no extraía las rentas esperadas.

“Me seleccionaron 20 estacas bajo mi mando, debido a que Daniel Caballero Velázquez alias ‘El Talibancillo’ o ’52′ no cumplió con su trabajo y por lo cual me tuvo envidia al quitarle su chamba de comandante”, relató “La Ardilla”, según la averiguación previa UEIARV/040/2012.

Cuando fue capturado el 6 de octubre del año pasado en Nuevo Laredo, “La Ardilla” todavía tenía muy presente que su ascenso ocurrió al desplazar a Daniel Velázquez “El Talibán 2″, quien desde aquel 2008 nunca más volvió a ocupar una jefatura de plaza con Los Zetas, hasta su deserción en 2012.

El barco se hunde

El año pasado, con Lazcano alejado de las operaciones y cerca de la muerte, los hermanos Velázquez Caballero decidieron no entregar más las rentas de sus plazas a “El Z-40″ y se asociaron con el Cártel del Golfo, hasta entonces sus enemigos.

El motivo aparente eran los métodos de Treviño dentro y fuera de la organización, reproducidos por una nueva camada de líderes regionales de Los Zetas que habían surgido de la delincuencia común, menores de 30 años de edad y con un uso exacerbado de la violencia.

A la deserción de “Los Talibanes”, Treviño reaccionó el 13 de mayo con la ejecución y desmembramiento de 49 personas en Cadereyta, Nuevo León, que presumía eran centroamericanos reclutados por las filas del Golfo para ser adiestrarlos en el combate a Los Zetas.

La ofensiva de “El Z-40″ continuó en San Luis Potosí, con la ejecución de 14 de los hombres de “El Talibán”, el 9 de agosto de 2012, violencia que alcanzó a su círculo familiar, pues por aquellas fechas desapareció Carlos Velázquez, hijo de “El Talibán”, de quien nunca más se volvió a saber nada.

Una narcomanta suscrita por Velázquez Caballero, del 20 de agosto del año pasado, acusaba a Lazcano de codicioso, de estar a toda costa con Treviño, y a éste de traidor, de negociar con las autoridades la entrega de altos mandos de Los Zetas que cuestionaban sus decisiones.

“El barco se está hundiendo, ellos lo hundieron”, predecía el mensaje.

Manuel Antonio Guerrero Garza hombre de Iván Velázquez “El Talibán”, declaró a la PGR: “Miguel Treviño alias ‘El Z-40′ traicionó a mi jefe”.

“A razón del rompimiento con ‘El Z-40′, éste me mandó a matar, constantemente me reunía con ‘El Z-40′ y ‘El Z-42′ (Omar Treviño Morales), así como con ‘Lazca’, en diferentes estados de la República como Coahuila, Tamaulipas, Nuevo León y San Luis Potosí, para determinar las estrategias de la organización, pero por pleitos nos separamos, aliándome con el Cártel del Golfo”, manifestó ‘El Talibán’ a la PGR.

El cambio de bando hizo que su hermano “El Danny”, congelado durante años por Treviño, volviera a ocupar un cargo de relevancia, pues el Cártel del Golfo lo designó como su mando en Cancún.

Si bien los Velázquez Caballero estaban distanciados de “La Ardilla”, por las envidias que éste decía que le tenían, Martínez Escobedo a su vez parecía alejado de Treviño y continuaba hablando con Lazcano, sin pasar por la intermediación del primero.

La PGR halló en el teléfono de “La Ardilla” mensajes de texto intercambiados con “El Lazca”.

“El Talibán” fue detenido el 26 de septiembre de 2012 y “La Ardilla” el 6 de octubre siguiente, un día antes de que Lazcano fuera abatido por la Armada en Progreso, Coahuila.

De pronto, en tan sólo 11 días, la Marina le quitó a Treviño a dos de sus frentes abiertos y la sombra de su mentor “El Lazca”.

Se carean por una mujer

Miguel Treviño Morales, “El Z-40″, el líder de Los Zetas, y Salvador Alfonso Martínez Escobedo, “La Ardilla”, acusado de las masacres de migrantes en San Fernando, llegaron hasta un careo… por una mujer que originó su discordia.

Hace más de 9 años, “El Z-40″ le compró un carro a su entonces novia San Juana Ericka Sánchez Martínez y ella conoció a “La Ardilla” porque éste trabajaba como empleado en el lote donde eligió su vehículo.

Treviño y Sánchez rompieron, pero luego la joven inició una relación sentimental con Martínez Escobedo, con quien finalmente se casó en el 2005. La mujer invitó a la boda a “El Z-40″, algo de lo que luego se arrepentiría.

“Tuvieron una diferencia en la boda… porque yo estaba bailando con Miguel y yo ya estaba un poquito tomada y empecé a tocarlo y a decirle cosas a Miguel y mi esposo se dio cuenta, se puso agresivo y se enojó mucho y los corrió de la fiesta a él y su familia.

“Salvador le tiene mucho coraje a Miguel, muchos celos por lo que pasó entre yo y Miguel… Ya después de mi boda ya no hablé con él, de hecho una vez lo busqué porque lo quería, pero ya no”, relató la mujer sobre el incidente, al declarar en la causa penal 110/2013.

El pasado 19 de agosto, “El Z-40″ se enfrentó en un careo con “La Ardilla”, con la finalidad de demostrar la inquina que le tiene su ex operador, derivada de la historia sentimental que sostuvo con su esposa.

Treviño pidió la diligencia con el propósito de desvirtuar las acusaciones que le hizo Martínez y sobre las que se basan algunos de los 12 procesos que tiene iniciados. “La Ardilla” aprovechó para decir que fue torturado para autoincriminarse y acusar a “El Z-40″.

Lo que no desmintió es que a la fecha no tolera que su esposa antes fuera mujer de su ex jefe.

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